L .GARCIA HERNANDEZ (MÉDICO)
Desde la más remota historia de la humanidad, han habitado entre nosotros seres especiales, capaces de restablecer nuestra naturaleza alterada por la enfermedad.
Estas personas, verdaderos vínculos entre nosotros y la naturaleza universal, pasan por aquí en misión de ayuda y esperanza. Sus dotes extraordinarias, que muchas veces nos parecen rozar lo milagroso, están dispuestas al servicio del bienestar y la salud de los
demás.
En cada época se les ha tratado de una manera diferente, a veces reverencial y otras incluso han sido perseguidas. También han recibido nombres muy distintos, aunque la cualidad fundamental de todos ellos es la capacidad de sanación. En este sentido, muy
bien podríamos nombrarles con el denominador común de Sanadores.
Actualmente vivimos sumidos en el mundo de la tecnología, a menudo alejados de la naturaleza. Esta atmósfera artificial es el origen de muchas enfermedades, que nuestro avance científico no es capaz de solucionar. Diríamos que cada civilización tiene formas particulares de deteriorar la salud de las personas.
Ahora son más necesarios que nunca los sanadores, verdaderos vehículos entre nosotros y el orden del universo. Ellos restablecen nuestros canales energéticos para relacionarnos con el cosmos y restaurar nuestra homeostasis interna, en definitiva nuestro estado de salud.
Estas personas no solo mejoran las dolencias físicas sino que abarcan el estado integral del individuo en todos sus componentes. Estamos hablando del equilibrio corporal, psíquico y espiritual. En definitiva nos referimos a la naturaleza misma del hombre, lo que llamamos ser esencial.
Yo soy médico, especialista en medicina interna e investigador y he tenido la suerte de encontrarme con uno de estos seres maravillosos. Él me ha devuelto la salud que la ciencia y la técnica no han sido capaces de mejorar. Además he aprendido de su persona otra manera de enfrentarme a la enfermedad, que me está sirviendo continuamente en la mejora de mi profesión y el trato con los pacientes.
Este hombre, el Hermano Manuel, lleva en su interior un regalo para todo el que le conoce, la sanación universal.
Desde la más remota historia de la humanidad, han habitado entre nosotros seres especiales, capaces de restablecer nuestra naturaleza alterada por la enfermedad.
Estas personas, verdaderos vínculos entre nosotros y la naturaleza universal, pasan por aquí en misión de ayuda y esperanza. Sus dotes extraordinarias, que muchas veces nos parecen rozar lo milagroso, están dispuestas al servicio del bienestar y la salud de los
demás.
En cada época se les ha tratado de una manera diferente, a veces reverencial y otras incluso han sido perseguidas. También han recibido nombres muy distintos, aunque la cualidad fundamental de todos ellos es la capacidad de sanación. En este sentido, muy
bien podríamos nombrarles con el denominador común de Sanadores.
Actualmente vivimos sumidos en el mundo de la tecnología, a menudo alejados de la naturaleza. Esta atmósfera artificial es el origen de muchas enfermedades, que nuestro avance científico no es capaz de solucionar. Diríamos que cada civilización tiene formas particulares de deteriorar la salud de las personas.
Ahora son más necesarios que nunca los sanadores, verdaderos vehículos entre nosotros y el orden del universo. Ellos restablecen nuestros canales energéticos para relacionarnos con el cosmos y restaurar nuestra homeostasis interna, en definitiva nuestro estado de salud.
Estas personas no solo mejoran las dolencias físicas sino que abarcan el estado integral del individuo en todos sus componentes. Estamos hablando del equilibrio corporal, psíquico y espiritual. En definitiva nos referimos a la naturaleza misma del hombre, lo que llamamos ser esencial.
Yo soy médico, especialista en medicina interna e investigador y he tenido la suerte de encontrarme con uno de estos seres maravillosos. Él me ha devuelto la salud que la ciencia y la técnica no han sido capaces de mejorar. Además he aprendido de su persona otra manera de enfrentarme a la enfermedad, que me está sirviendo continuamente en la mejora de mi profesión y el trato con los pacientes.
Este hombre, el Hermano Manuel, lleva en su interior un regalo para todo el que le conoce, la sanación universal.
Luis Garcia Hernandez Médico
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