El Amor de Dios no tiene límites. Su Verdad no tiene límites. Su Sa­biduría no tiene límites no tienen principio ni fin sino que son eternos. El hombre tiene que despertar a este he­cho, aceptarlo y asimilarlo hasta que sea parte de él. Es la vida, vida en abundancia.

¡Gloria, gloria, gloria! Los cielos son tuyos, porque

Todo lo que Él tiene es tuyo y tú eres Suyo   por siempre jamás.

Su Paz y Su Amor te envuelven y están dentro de ti.

Benditos los que le aman porque de ellos es el Rei­no de los Cielos.
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Ejercita la gentileza y la gratitud con todas las personas, especialmente con los ancianos.
La vejez es la fase inevitable que alcanzarás, en caso de que la muerte no te arrebate antes el cuerpo. 
En ese periodo difícil, las fuerzas disminuyen, los órganos se debilitan, los recuerdos se apagan y la dependencia física, emocional y afectiva se hace imperiosa.
Puede parecer fatigante la presencia del anciano; sin embargo, él es rico de experiencias que puede brindarte, pero carente de los recursos que tú puedes ofrecerle.
Naturópata y sanador Manuel