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CURACION DE HERNIA DISCAL CON ESTENOSIS SEVERA
CURACION DE HERNIA DISCAL CON ESTENOSIS SEVERA
SOY CÉSAR BARDES CUELLAR C/ TAMPICO 3 MADRID TEF. 91-7429632 Y 645364616
Estimado
Hermano Manuel:
Siempre tuve la intención de enviar una
carta como prueba de mi agradecimiento por todas sus preocupaciones y desvelos
ante mi enfermedad. Mi última consulta
con usted fue el 27 de septiembre y, desde entonces, la vida se ha encargado de
zarandearme con problemas legales y con una gripe que ma ha dejado con la mente
en blanco y las ideas borradas.
Hoy estoy aquí, delante del ordenador, para
dejar testimonio de mi caso y, también, de mi enorme agradecimiento ante todo
lo que ha hecho por mí y quiero ser lo más sincero posible para que no haya
lugar a equívocos de ningún tipo.
En el año 2007 comencé a tener intensos
dolores de espalda que me afectaban también a la pierna derecha. Como
consecuencia de ello, tenía problemas para estar prolongadamente de pie, para
andar mas allá de diez minutos, para agacharme, para hacer una vida normal. Naturalmente,
como todos habríamos hecho. Fue al médico. Se me hicieron pruebas, resonancias,
radiografías y me diagnosticó una espondiloislistesis de grado II (es decir, un
deslizamiento de la vértebra de casi un 50%) CON ESTENOSIS SEVERA ( o sea, dicho deslizamiento me apretaba el
tubo neural y de ahí el dolor intenso en la pierna) .
Fui de allí para acá. Hubo dos meses
durísimos de rehabilitación en los que la medicina decidió no tocarme nada y
limitarse a prescribirme realizar unos ejercicios de cierta dificultad. El
resultado es que, cuando salía de la clínica de rehabilitación, me sentía bien
pero, al cabo de una hora, el dolor volvía con cierta virulencia.
Siguiendo consejos médicos, comencé a ir a
natación. No había problema. Siempre he sido un buen nadador y no me costaba
ningún trabajo seguir ese consejo. De
cuarenta a cincuenta minutos dos veces a la semana. Me sentaba mejor ir a la
natación que a la rehabilitación, esa es la verdad.
Después del periodo obligado del médico
rehabilitador a médico diagnosticador, acabé en médico cirujano. Fue muy claro
en su exposición: la única solución era operación en la que se me garantizaba
entre un 60 y un 70% de éxito y la seguridad de que el problema se me
reproduciría en un plazo aproximado de dos años.
Desesperado y sin saber qué hacer, mi única
meta era intentar que el problema no fuera demasiado rápido amas, puesto que
era de naturaleza degenerativa. Me
aplique a los ejercicios redoble los esfuerzos de natación.. pero no podía
hacer algo tan sencillo como arrodillarme a jugar con mi hijo de cinco años y
lloraba en silencio porque no quería que nadie me viera debilitarme poco a
poco.
Mi mujer, por mediación de una compañera ( y
ya estamos en el 2009) , me habló de un naturópata sanador, el Hermano Manuel.
Ella, con su empuje natural, me
insistió: ¿por qué no probamos, César? No tienes nada que perder”. Yo
estaba muy escéptico. Hay mucho farsante entre la naturópatia y la homeopatía y
demás profesiones no reconocidas oficialmente y además había una razón más para
mi escepticismo: Se hacía llamar Hermano Manuel lo que me hacía sospechar que
sería uno de esos farsantes que se esconden tras la religión para que la gente
confíe cuando, en realidad, no te hacen nada.
Así pues, mi mujer me dijo que estaría bien
porque podríamos ir a un bonito hotel por la zona. Pasar el fin de semana y así
nuestro hijo podría estar un par de días en contacto con la Naturaleza , bañándose
en una piscina cubierta. .. Bueno, César ¿Qué puedes perder?
Allí fuimos el fin de semana del 15 de marzo del 2009. Dejé a mi mujer y
a mi hijo en el hotel y fui a la consulta del Hermano Manuel. Mi sorpresa fue
enorme cuando me encontré a un hombre afable, de fácil charla, consumado
anatomista (con sólo tocarme en la pierna
derecha encontró cuál era el nervio afectado, me hizo un pequeño masaje y me
mando unos medicamentos naturales. Me dijo que lo mío era bastante grave y que
llevaría algo más de tiempo que una simple hernia discal pero que creía que era
posible la curación. Ni una palabra de religión (y no me entiendan mal, soy
creyente pero no estoy a favor del que utiliza la fe como la excusa para un
negocio que se hunde en la raíces del timo), nada de Dios, nada de “pongámonos
en las manos del Creador… simplemente me puse en las manos del Hermano Manuel.
Recuerdo que charlamos, mientras me daba el pequeño masaje, de la vértebra que
tenía muy hundida (en la zona tomando la medicación. Eso ami no me estorbaba
para nada”.afectada es donde más puso sus manos), de los cambios de tiempo que
me afeitarían y me dijo con una cordialidad adorable “No dejes de ir a natación
y sigue
De regreso al hotel, tenía una
sensación rara. Desde luego, no estaba curado y él me dijo que durante dos o tres días tendría molestias.
Pero dentro de mi cuerpo, lo que yo notaba era como un engranaje que comienza a funcionar y que las piezas van
encajándose con los consiguientes roces y lamentos mecánicos. Me metí en la
piscina de invierno con mi hijo bastante optimista y, de repente, me dio un calambre
en pierna derecha que me dejó paralizado. Era muy intenso. No había manera de
pararlo. Me agarre a la barandilla. Hasta mi hijo se asusto porque estaba
blanco de dolor. Fueron como diez minutos en los que no supe cómo parar esa
tortura. Y he sido muy deportista y siempre he sabido cómo para los calambres,
pero en esta ocasión, sólo pude apretar los dientes y los puños e intentar
desviar la atención de ese dolor. A los diez minutos, el dolor pasó y yo me
sentí como si me hubieran dado una paliza de tal calibre que, en cuanto cerré
los ojos en la cama, me quedé profundamente dormido.
Aún así,
lejos de arredrarme (estaba claro que el Hermano Manuel algo me había hecho
aunque no sabía exactamente el qué), volví al mes siguiente dos veces. En una
de ellas, tan sólo con sus dedos, parecía que me esta introduciendo unas agujas
por la zona de la vértebra afectada. Salí muy mejorado. Le conté lo del
calambre y me tranquilizó diciendo que “eso era
muy buena noticia porque era la vértebra que estaba intentando ya
colocarse”, Animado, volví en mayo, y
otra vez más en junio. En esta ocasión pareció como que esta muy contento con
cómo me encontraba (yo me sentía mucho mejor) y me dijo que volviese en
septiembre para una visita más.
Durante el verano ocurrió algo maravilloso.
Fuimos de vacaciones al nacimiento del Río Mundo, en Albacete. Para ver los
chorros donde nace el río hay que hacer una pequeña marcha…. Y yo conseguí
hacerla. Sin Dolores. Sin quejidos. Sin esfuerzos. Lo hice. Simplemente lo
hice. Mi mujer y yo nos pusimos a llorar como
niños porque siempre habíamos sido unos locos del senderismo y, naturalmente,
la enfermedad no me dejaba andar mucho más allá de diez minutos. La marcha fue
corta, de una hora y media, pero la
hice. Dios mío, estoy escribiendo estas lineas y aún así se me saltan las
lágrimas. Eso era algo que el año anterior, en el verano del 2008, no hubiera
hecho ni queriendo. Hubiese dejado el coche en el parking y mi hijo y mi mujer
se hubieran ido solos mientras yo me quedaba fumándome un cigarrillo en el coche. La hice. Puedo
volver a andar. Podía volver a jugar con mi hijo. El
Hermano manuel me recomendó andar sin forzar demasiado, pero que no dejara la
natación y que, si tenia oportunidad, practicara algo de bicicleta. Lo hice.
Seguí sus instrucciones. En todas las visitas. Ni una palabra de religión.
Nada. Sólo hablar de sus vacaciones, de las mías, de lo bonito que es
Cantabria, de las comidas…..
Volví el 27 de septiembre para la última
visita. Me dijo que me había cogido con un desplazamiento de la vértebra de casi un 50% y ahora me lo
dejaba en menos de un 10 %. Que, si quería, podía hacerme una resonancia y
vería cómo estaba colocada. Que me cuidara, eso si, al menos hasta Navidades.
Que siguiera con la natación. Yo estaba prácticamente con la voz secuestrada.
No podía hablar. Sabía en lo más íntimo de mi corazón que de ue ni hijo era el
primer agradecido porque podía hacer cosas con él. Saltar. Jugar. Revolcarnos
en el suelo. Reír porque le aplasto en broma. Mi mujer es la segunda más
agradecida porque creia que el resto de su vida iba a tener que cargar con una
persona que, irremediablemente, tarde o temprano, iba a quedarse muy limitada
en movimientos. Y, por supuesto, yo soy el tercero más agradecido porque el
Hermano Manuel, con su sencillez, con su interés, con su enegía, con lo que sea
que haga con sus manos siempre suaves, hizo que
yo pudiera volver a andar con normalidad , que no tuviera que retorcerme de
dolor en los días de lluvia, que pudiera recuperar mi cara que hasta los amigos
más cercanos decían que me habia cambiado por el dolor continuo. Hermano
Manuel, perdone mis dudas, mis faltas, mi defecto básico de pesimismo y de
desconfianza. Usted me ha devuelto días de mucha felicidad al lado de los míos. Sé
que si tengo otro problema, volveré a usted y me recibirá con esa afabilidad,
esa humanidad que desprende mucho más allá que cualquier creencia y que, creo,
que es su mayor tesoro. A mí usted, me ha curado ¿Hay algo mas grande que eso? Seis visitas
para volver a colocar una vértebra. Y, estoy seguro, muchos más pensamientos
para ayudar a que esa vértebra ocupara su sitio en mi cuerpo. Gracias a eso,
tengo ánimos para afrontar los problemas que me puedan venir. Tengo ilusión
para ayudar a mi hijo en lo que necesite. Tengo paciencia para acompañar la
vejez de mis propios padres. Antes sólo tenía un dolor que no dejaba pensar.
Gracias, Hermano Manuel, no sólo por la
curación. Sino por sus conversaciones tan fáciles. Por hacerme sentir tan bien
sin disfraces que me hubieran hecho desconfiar a la primera de cambio. Por ser
un amigo que ha intentan y conseguido que mi vida sea un poco más feliz, un
poco más completa, un poco más plena.
Mi
nombre es César Bardés. Soy crítico de cine del periódico “El pueblo de
Albacete” y mi teléfono es el 645364616 para quien quiera confirmar este
modesto agradecimiento.
Hermano Manuel, un abrazo de alguien que no
puede curar a otros, pero que si puede agradecer, escribir y acompañar. Y tenga
por seguro de que usted está siempre dentro de mi pensamiento, que no es sino
la forma más modesta de ayudarle en esa agotadora tarea que se impone todos los
días de su vida. Mis mejores deseos. Mis mejores felicidades. Mi mejor amistad.
Gracias de nuevo y un abrazo muy sincero.
Existe la firma y Rubrica de este paciente
ESCRITO ENVIADO
POR LA SEÑORA DEL
PACIENTE CÉSAR BÁLDES CURADADO DE HERNIA CON ESTENOSIS SEVERA
TELEFONOS 91-7429632 Y
645364616
Querido hermano Manuel.
No nos conocemos y, sin embargo, me permito encabezar
así mi carta pues, sin usted saberlo, desde marzo del 2009 ocupa un lugar en mi
corazón y en mis afectos.
“Los caminos de Dios son inescrutables” y por alguna
forma de Providencia ocurrió que yo le hablara a alguien de la enfermedad de mi
marido y ese alguien me hablara de usted.
Antes de eso estábamos
desahuciados. La Seguridad Social
no nos ofrecía más consuelo que el deseo de que la espalda de mi marido se
deteriora lo más lentamente posible, algo que habría de pasar de forma
inevitable. Ante nosotros solo se abrían perspectivas como la de operarse con
los correspondientes riesgos y pocas posibilidades de éxito o la de paliar el
dolor con infinitos medicamentos que le hubieran mantenido medio drogado.
Yo insté a mi marido a
acudir a usted. En primer lugar, no teñíamos nada que perder, en segundo lugar,
el módico precio de su consulta me hizo pensar que usted no podía ser un
charlatán.
En cada ámbito de la vida
hay gente auténtica y otra que no lo es y yo tenia la intuición de que usted lo
era.
Ahora se me imponía una
difícil tarea: convencer a mi marido, escéptico por naturaleza, de que
probáramos a acudir a usted.
Según voy cumpliendo años
cada vez va aumentando en mi la sensación de que todo en la vida responde a un
orden establecido, todo ocurre por algo, las piezas van encajando y solo se
sabe el porqué de cada cosa un tiempo después. La clave está en saber esperar a
que todo se coloque. Deberíamos todos tener la capacidad de observar qué cosas
son las que producen los desajustes, las enfermedades, etc., pero solo algunas
personas, como usted, tienen ese DON.
Como todo habia de encajar
no fue difícil convencerle, Y fuimos. Y a partir de ahí solo puedo hablar de un
A N T E S y un D E S P U E S:
En el ANTES:
· Un
gesto de dolor tan continuo y permanente que todos los que le conocían coincidían
en que le había cambiado el carácter.
· Una
sombra de existencia condicionada por el ¿Cómo me levantare hoy? u ¡Ojala no cambie el tiempo!
· Un
detenerse cada 10 minutos al andar porque las piernas no le repondian.
En el DESPUES:
· Otra
persona con mejor cara y mejor humo. Todos lo dicen.
· Abandonado
en el armario, el bastón que había hecho que a nuestro hijo otros niños le
dijeran “Tu Papa parece un abuelo”
· Un
verano en el que hemos podido volver a andar y una emoción contenida por poder
de nuevo hacer una ruta a pie.
· Un
padre que vuelve a poder montar en bicicleta y jugar con su hijo.
· Y en el DURANTE ¿quién es este Hermano
Manuel que yo he ido conociendo por lo que a mi marido contaba?
· Un
hombre con unos conocimientos tan extraordinarios de la anatomía humana que en
una primera sesión, a pesar de habernos olvidado de las radiografías en casa,
va a tiro fijo poniéndolo el dedo sin dudar en el foco del dolor.
· Un
hombre con una capacidad extraordinaria para comunicar, con tanta psicología
que le da en el clavo a su interlocutor (y le aseguro que con mi marido eso no
es nada fácil)
· Una
persona con un DON especial. Consciente de tenerlo y capaz de usarlo en
beneficio de los demás.
· Alguien
con suficiente energía interior como para mantenerse en equilibrio a sí mismo y
devolvérselo a los demás.
Puede que a usted no llegue
noticia ni de la mitad del agradecimiento que la gente a la que ha curado
siente, sin embargo su consulta está permanentemente llena porque el “boca a
boca” funciona y los sanados y sus familiares sentimos la necesidad y la
urgencia de participar a otros nuestra experiencia con usted para que se
beneficien también.
A los que le debemos tanto,
perdónenos que lo transmitamos a otros con tanto entusiasmo que eso se
convierta en un exceso de trabajo para usted. Entre otros acudió de nuestra
parte un primo hermano (también llamado César) y se evitó tener que operarse de
una hernia discal. Pero es que yo no paro de contar a todo el mundo el milagro
que ha hecho con mi marido.
No interprete como
ingratitud el no haberle enviado este escrito antes. Ni siquiera ha de
desalentarse que la gente olvide y no agradezca. Ya se sabe lo cierto que es “que solo nos acordamos
de Santa Bárbara cuando truena”
Sirva esta carta como
humilde signo de gratitud y ojala que el Dios que le ha dotado y ha hecho
consciente de su capacidad de sanación le proteja y le de salud y fuerzas para
seguir ayudando a mucha gente.
Muy agradecida María Cruz Benítez (Esposa
de César Bardés)
TEF. 91-7429632 Y
645364616
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