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Una mujer enferma oyó hablar de Jesús y, acercándose a él, por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando que con sólo tocarle el vestido la curaría.” Mc 5, 27-28
Y así sucedió. Por la cantidad de gente que le acompañaba, muchos estaban tocando a Jesús, pero sólo una mujer lo tocó intencionalmente con fe y fue salvada. También hoy muchos se acercan a Jesús por conveniencia, costumbre, curiosidad, inercia, obligación o escrúpulo… y no son transformados. Hasta van a la misa y comulgan, pero continúan siempre iguales. Sin embargo, hay algunos que se acercan a él creyendo, deseando y suplicando su gracia y al tocarlo reciben aquella fuerza que hace nueva todas las cosas. Paz y bien.
Y así sucedió. Por la cantidad de gente que le acompañaba, muchos estaban tocando a Jesús, pero sólo una mujer lo tocó intencionalmente con fe y fue salvada. También hoy muchos se acercan a Jesús por conveniencia, costumbre, curiosidad, inercia, obligación o escrúpulo… y no son transformados. Hasta van a la misa y comulgan, pero continúan siempre iguales. Sin embargo, hay algunos que se acercan a él creyendo, deseando y suplicando su gracia y al tocarlo reciben aquella fuerza que hace nueva todas las cosas. Paz y bien.
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