Su labor, provoca
siempre fascinación, puede también llevar a la duda e incluso a la
irritación: por exactas que sean, muchas veces sus incisivas intuiciones pueden
parecer apresuradas. Después de verlo entregado a sus terapias-relámpago en el
marco de su reducido despacho donde se enorgullece de liberar viejos nudos
psicológicos en una sola sesión, el espectador bien dispuesto, que
a la vez conserva su buen sentido crítico, no podrá sino oscilar entre la
admiración y el escepticismo, la estupefacción y la duda. Admiración y
estupefacción, pues la actuación de este Sanador sin igual, su poder para
sostener y guiar la energía de sus pacientes en un pequeño
despacho, sus observaciones cortan la respiración. Escepticismo y duda,
por otra parte, pues esas sesiones llenas de emoción, en las cuales
la miseria humana es colocada en escena con un enorme arrojo, donde complejos y
traumas son sacados a la luz y tratados por el «maestro» con una sabia mezcla
de perspicacia, exageración y benevolencia, son la primicia de un nuevo género,
espiritual. De allí uno sale convencido e inquieto a la vez, preguntándose
sobre el verdadero alcance y sobre los efectos a largo plazo de ese revoltijo
artístico-terapéutico. Hay algo esencial en este visionario que se autodenomina
«SANADOR». Pero, finalmente, esa faceta de «charlatán trascendente», que es
parte importante del personaje Manuel, está puesta al servicio de una rara
energía compasiva. Podría decirse de Manuel que es un Sanador una salsa con mucha pimienta...no se es
tramposo sagrado con sólo empeñarse en serlo; la aparente desenvoltura de
este hombre que se aparta de todos los cánones, hay mucho rigor, un rigor
muy particular pero rigor al fin un potencial de creatividad inagotable, una
profunda visión poética y, estoy convencida, mucha bondad.
Porque nuestro hombre tiene el corazón puro. Aun siendo
rey, no abusa del poder casi absoluto que le otorgan . Su Majestad es su
propio bufón; nunca teme poner sus propias enseñanzas en tela de juicio con una
buena dosis de humor. Aunque no desecha el homenaje de sus seguidores, tampoco
muestra la menor intención de verse convertido en ídolo. Desinteresado por
excelencia -como he podido comprobar en tantas ocasiones-, Manuel sigue
siendo, a mi modo de ver, crucialmente lúcido, consciente, tanto de sus poderes
como de sus limitaciones. Él ha tenido la suerte de acercarse a verdaderos
maestros y, sin embargo, no por eso se limita a ser Sanador en el
sentido estricto y noble de la palabra; él es más bien un benefactor de la
humanidad.
ESCRITO EN EL FORO POR
Manorex2
FORO: PRAGERTV
DE
PARAPSICOLGIA
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