Desde antiguo hay un equivalente al concepto energía vital en
todas las culturas. Los griegos lo llamaban “Neuma”, los antiguos hindúes
“Prana”, y los chinos y japoneses “Chi” y “Ki” respectivamente. Todas estas
antiguas teorías hablan de lo mismo, de una energía sutil que recorre nuestro
organismo, se acumula en ciertos puntos del cuerpo y cuya falta o exceso
produce enfermedad o desarreglos tanto psíquicos como físicos.
A finales del siglo XX, con el
descubrimiento del fenómeno Kirlian, mediante la electrofotografía, se
demuestra el “aura humana” o realidad de la bioenergía que nos rodea. Desde su
conocimiento, diversos científicos han puesto de de manifiesto su alteración en
relación con los pensamientos, sentimientos y el estado de salud. Antes de que
la enfermedad se manifieste clínicamente ya ha sido reflejada por cambios en el
aura. Y de forma sorprendente, tras la mejoría de las dolencias, el campo
energético recupera su armonía.
También se ha podido comprobar que
los auténticos sanadores, proyectan con sus manos una bioenergía más intensa y
radiante, que al pasar por el enfermo, ayuda a recobrar el estado de salud.
Bajo mi perspectiva de la medicina
tradicional, científica o alopática, siempre he sido reticente a este
tipo de orientaciones terapéuticas, pero mi experiencia como enfermo y los
resultados obtenidos en mi persona a través de la sanación, han sido decisivos
para desbloquear esta percepción y abrir mi mente en beneficio tanto de mis
pacientes como personal.
En mi caso, la medicina convencional
ya me relegaba a una invalidez permanente por las secuelas de un grave
accidente laboral. Gracias a la extraordinaria labor de los Naturópata y
sanadores JESÚS MATEO y HERMANO MANUEL, he podido volver a ejercer mi
profesión, sentirme útil y encontrar la paz interna. Posteriormente, a través
de mi testimonio, pacientes propios, personas conocidas y otras muchas
que han contactado telefónicamente conmigo, se han podido beneficiar de la
energía sanadora de estos excelentes terapeutas. Individuos, como yo,
para los que en muchos casos, ya no se encontraba aparente solución.
Siempre recuerdo las palabras del
Evangelio, “por sus obras les conoceréis”.
En nombre de tantas personas sanadas
por vosotros, JESÚS MATEO Y HERMANO MANUEL, os transmito mi agradecimiento y
mis mejores deseos para continuar vuestra maravillosa tarea.
Luis García Hernández. Médico de Familia. Diciembre del 2.013
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