El Sanador integral debe reírse y disfrutar de su existencia Y ha de evitar tomarse cualquier cosa con excesiva seriedad… Ha de saber reírse de la vida y sus afanes (“Vanidad de vanidades, todo es vanidad”)… Ha de saber tomar con humor los obstáculos que le ponen sus propios pacientes cuando busca ayudarlos (“No hay peor enfermo que el que no quiere curarse”, y, por desgracia –favor de tomarlo con humor-, es el caso de la gran mayoría de los que acuden a nuestra consulta)… Pero, sobre todo, ha de saber reírse de sí mismo: de sus “conocimientos” (“Yo sólo sé que no sé nada”); de sus carencias y defectos y limitaciones (“Médico, cúrate a ti mismo”); de sus miedos e inseguridades (¡“La Naturaleza es la que cura las enfermedades”, doctor, no se me estrese tanto!); y reírse, muy especialmente, de sus aparentes fracasos (“Nada se crea, nada se destruye, todo se transforma”)…Manuel
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