La motivación para
cambiar adopta dos formas: podemos estar
positivamente motivados por nuestros deseos porque
anhelamos lo que consideramos “bueno” para
nosotros, o negativamente motivados por nuestros
temores porque queremos evitar la angustia que
ellos nos provocan. Deberíamos congregar tanto el
temor como el deseo para ayudarnos a cambiar. El
sufrimiento puede ser un gran maestro; ciertamente
consigue llamar nuestra atención. El sufrimiento
nos mantiene despiertos. Estemos o no conscientes
de ello, las leyes de la psique funcionan como
deben hacerlo. Sin embargo, si un animal nos está
persiguiendo en una jaula, no basta con saber que
es un león -también tenemos que saber dónde está
la puerta de la jaula para poder escapar. Debemos
darnos cuenta que hay un modo mejor de vivir,
propuesto por nuestra propia alma antes de
encarnar y que nos guía hacia un bien supremo y
una satisfacción plena. Al final, ya sean vidas
más vidas menos, hay un hecho cierto:
cambiamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario