Los verdaderos y
prominentes sanadores de la humanidad son capaces
de atraer las almas al encuentro de su Dharma,
llevándolas así a la resolución e integridad
divina. ¡No existe una panacea! Cada enfermedad de
la mente, del corazón, del alma o del cuerpo
requiere una fórmula específica destinada a su
cura, a su transmutación, que suele ser especial
para cada individuo: su
Dharma.
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