Esto es un hecho: hoy es la fecha que sea. Y esto es otro hecho: el día de hoy nunca volverá; nunca jamás. No puede ser. ¿Qué significa eso para ti? Te despertaste; es un nuevo día. Miramos nuestros calendarios –los años, los meses, las semanas– como si eso no significara nada. Yo suelo hablar del “momento llamado ahora”. Pues bien, nada más decir “el momento llamado ahora”, ya no es “ahora”. Se fue.
El tiempo es una fuerza muy poderosa; simplemente se mueve y se mueve sin parar. Y te afecta a ti. Pero la cuestión es: ¿qué haces tú en ese tiempo? ¿Actúas como un ser humano? ¿O intentas ser otra persona? Como un robot. Actuando. Todos somos actores, fingiendo ser alguien que no somos. Quizá pienses: “Yo no soy un actor. Soy una persona responsable. Tengo mis obligaciones, mis horarios, mis planes”. Y aparentamos ser Fulano de Tal. A escala de este universo, no eres nada, absolutamente nada. Sin embargo, en tu universo, eres el líder supremo. Quieres modelar, comprender y controlar tu destino.
¿Cuál es tu destino? Si quieres conocerlo, es posible. Pero tu destino es el destino de un ser humano, y antes deberás volverte un ser humano, no un actor; no el rey imaginario de un reino imaginario en una época imaginaria, muy, muy lejos del reino de la realidad.
¿Qué hago yo? No estoy aquí para predicarte. Tengo algunas entradas para el mayor espectáculo de la Tierra. Busco personas que quieran esas entradas, y ellas me buscan a mí. Tú eres el escenario, pero necesitas una entrada. Yo tengo una. No las vendo, las regalo... es una cortesía de un ser humano hacia otro.
¿Y quién actúa? Lo más magnífico está actuando en este teatro durante un tiempo limitado. ¿Durante cuánto tiempo? Mientras estés vivo. ¿Cuándo puedes ver el espectáculo? Cuando quieras. ¿Te gustará? Es la función de las funciones; se representa una historia imposible: lo infinito, lo divino, ha decidido venir y unirse a ti en este viaje.
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