Toda fuerza puesta en
acción, busca su equilibrio en el curso del tiempo.
Toda acción crea una
causa, que producirá un efecto de la misma naturaleza”.
Ya desde antiguo viene dándose a conocer a la humanidad, esta
ley de causa y efecto, más no hemos asimilado el fundamento de esta ley. Y así,
podemos encontrar frases como estas:
"Lo que el hombre siembre también ha de cosechar"
"Ten la seguridad que tu pecado ha de alcanzarte"
"Toda alma será recompensada por lo que ha ganado y no
sufrirá injusticia"
"El que las hace, las paga"
"Con la vara que midas, serás medido"
"Quien mal anda mal acaba”
"Quien a hierro mata, a hierro muere"
"Quien siembra vientos, recoge tempestades"
"Hijo eres, padre serás y como hicieres,
encontrarás."
"El bien o el mal no caen erróneamente sobre los hombres,
sino que los Cielos envían
miseria o felicidad, según su conducta"
Todos esos cuadros humanos de dolor, fracaso, destrucción y
miseria, no son obra de la casualidad ni de la llamada mala suerte, ni del
castigo de Dios. No personalicemos a la divinidad creadora. ¡No empequeñezcamos
a esa poderosa fuerza cósmica, que es el Eterno Amor! Porque Dios no castiga.
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