CENTRO DE TRABAJO

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miércoles, 12 de febrero de 2014

ALGUNAS ORIENTACIONES ESPIRITUALES PARA UN MEJOR CONOCIMIENTO DE LAS LEYES DIVINA

Que se sigue repitiendo en el presente. ¿Acaso no hay muchos líderes actuales de la Tierra que supuestamente son fervorosos creyentes en Dios, que siempre acaban sus discursos con un “que Dios os bendiga”, pero que no tienen ningún reparo en enviar a sus conciudadanos a
 

 
 
 
 
                                                           
invadir otros países, causando millones de muertes y destruyendo millones de hogares por varias generaciones? ¿Acaso no utilizan salmos
de la Biblia o expresiones como “Confiamos en Dios”, o “Dios está con nosotros” como reclamo para justificar sus acciones? Tened por segura
una cosa: Dios, o la espiritualidad superior, jamás estará de parte de ningún bando de una contienda, ni apoyará ninguna invasión ni conquista, porque de hacerlo estaría violando él mismo una de las leyes  que estableció para el Universo, que es la ley del amor. Esta es la gente que viola el mandamiento de “no utilizarás el nombre de Dios en vano”,  un mandamiento que supuestamente deben cumplir los creyentes del judaísmo y el  cristianismo; y sin embargo, intentan justificar sus
atrocidades utilizando el nombre de Dios, como si Dios estuviera de acuerdo en cometer tales atropellos contra sus criaturas. Esto es utilizar el
nombre de Dios en vano, y no utilizar la palabra “Dios” en expresiones vulgares, como cree alguna gente.
 

 

                                                                    
 
 
 
 
                                                                                  
 
 
 
                                                                           
 
 
 



No hay pueblos ni personas privilegiadas para Dios. Dios, o la espiritualidad superior, no se liga específicamente a unos pueblos o razas determinadas en detrimento de las demás, sino que hace un llamamiento a todos los seres a participar en el desarrollo del plan evolutivo, y es cada espíritu el que decide si quiere o no colaborar. Por  supuesto, no obliga a nadie a seguir sus leyes. Cada uno, de acuerdo a su voluntad y su capacidad, adquirirá, si así lo desea, un compromiso para desarrollar una tarea concreta dentro del plan de evolución espiritual, tanto a nivel individual como colectivo, de la humanidad en la que encarna. Esa es la elección, la del espíritu. Por tanto, un “elegido”  no es más que aquel que abre su interior a la espiritualidad superior y se compromete a seguir la ley del amor en su vida para que, además de evolucionar él mismo, sirva de ejemplo a otros seres que todavía no se han abierto interiormente a esta llamada.
                                                          



 

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