CENTRO DE TRABAJO

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domingo, 20 de abril de 2014

HAGAMOS UN POCO DE HISTORIA PARA MEJOR COMPRENSIÓN


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En la vida todo son etapas y a mi ahora se,  que me ha tocado vivir una nueva
de espiritualidad de ascenso (muy difícil de comprender)
Y aun mas difícil para aquellos  que no tienen conocimientos para comprender esta
MI NUEVA MISIÓN
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Los mejores sanadores son discretos en su trabajo.
Hacen callar al Ego y dejan al corazón fluir el amor sereno.
El toque de sus manos es gentil y generoso.
¡Tienen manos de Luz!


 Por lo alto de sus cabezas desciende la sabiduría celeste.
Al mismo tiempo, la vitalidad de la tierra besa sus pies.
Mientras tanto, los pétalos del loto de sus corazones se abren.
¡Y ellos se convierten en templos vivos de la Luz que cura!


 Ellos son tranquilos y conscientes en sus tareas.
Saben que es la luz del amor lo que cura, no ellos.
Son de natural contentos, y los seres divinos velan por ellos.
¡Ellos son Paz perenne!


No ostentan posturas arrogantes; son sencillos y alegres.
Están muy agradecidos al Gran Espíritu, el Gran Sanador.
Transitan por la existencia sin juzgar a nadie.

 
¡Ellos son de la Luz serena!


 Son sanadores, de los demás y de sí mismos.
Recorren sus caminos sin desgraciar jamás los caminos de otros.
No se sienten heridos con cosa ninguna, pues son felices.
¡Sus actos son lúcidos!


¡Ah, esos sanadores, lindos y tranquilos, que surfean en la luz!
Son estrellas en la carne, actuando en nombre de lo Alto.
Muchas veces, quedamente, abrazan a la humanidad.
Nada esperan, solo abrazan el alma del mundo.


 Sí, ellos nada esperan, solo agradecen al Gran Sanador.
Saben que hay un tiempo adecuado para cada cosa.
Por eso trabajan, en el tiempo oportuno de sus corazones.
Ellos saben que todo momento es un tiempo bueno para aprender.


 Ellos están en el mundo igualmente con todos, pero hay columnas de luz sobre sus caminos.


 Muchas veces, sienten el dolor del mundo en sí mismos.
En tales momentos, se recogen en la plegaria y reponen fuerzas en lo Alto.
Y vibran sus manos llenas de luz, bajo el mando del corazón.


 No hay orgullo en sus rumbos, solo satisfacción serena.
No hay contiendas ni competiciones en sus caminos, solo curación.
Ellos caminan tal como les ha encomendado lo Alto.
Y saben que solamente el Gran Sanador conoce lo que hay en sus espíritus.


Son conscientes de que, mejorando a los demás, sus nudos kármicos** se disuelven en la luz. Mejorando a los hombres, también se mejoran a sí mismos, y todo el mundo crece.


 Ellos siempre agradecen a los ángeles de la cura, por la inspiración en el trabajo.
Y, siempre dicen, contentos: Señor, nada es mío, todo es Tuyo. ¡Incluso yo!

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